Enfrentando miedos con dos ruedas

Te hablo de los miedos que tenía al viajar por primera vez en moto por Argentina, y cómo trabajé en ellos para enfrentarlos.

Jessica Southwell

8/12/20254 min read

Hoy te quiero contar una historia (es real, hay pruebas), y te la cuento porque creo que te puede ayudar a
iluminarte un poquito a la hora de dar un paso importante o de enfrentar un miedo grande.

En mayo del 2021 hice mi primer viaje en moto por Argentina, sola. Un viaje que resultó ser de 1,500km en 8 días,
por 5 provincias del norte de ese hermoso país.
En ese momento tenía unos 25 años, y sí, tenía miedo.

Te voy a contar cómo empezó la idea del viaje, y qué hice con esos miedos para que no sean demasiado grandes ni demasiado pesados.

En febrero del 2020 fui a Córdoba de vacaciones junto a mi prima. En una de las excursiones que decidimos hacer subimos a una combi (un bus pequeñito) con un grupo de personas, y nos llevaron a recorrer las Altas Cumbres.
Pueden preguntarle a mi prima si quieren, ella se los puede confirmar: me pasé todo el trayecto diciendo “TENGO QUE HACER ESTA RUTA EN MOTO”.

En ese entonces tenía una Honda Wave, una 110cc. Se pueden imaginar que ir en la ruta con una moto tan pequeñita y liviana daba terror. En mi mente, el primer camión que me cruzara podría tirarme sin demasiado problema.

La cuestión es que esa idea no se fue de mi cabeza. Los paisajes eran tan increíbles, que cada minuto de recorrido era más bello que el anterior. La ruta estaba en perfectas condiciones. Era ideal, tenía que hacerlo algún día.
A finales de ese año, me compré una 150cc, una Zanella RX1, mi Perla Negra <3.
5 meses después, estaba en Córdoba, recorriendo las Altas Cumbres en moto, yo solita.

Ahora vamos con los miedos.
No era tan joven para pensar que “a mí no me iba a pasar nada”, ni tan adulta para decir “a mí no me van a hacer nada” o “yo sé qué hacer en caso de que pase algo”.
Entonces, tenía la opción de hacerlo a pesar del miedo, o de quedarme con las ganas.
El año anterior, en marzo de 2020 había comenzado la pandemia. Creo que la vida o al menos la forma de pensar la vida de mucha gente cambió en ese año.
Yo aproveché la pandemia, el tiempo que estaba en casa (teniendo en cuenta que trabajaba en seguridad privada, tenía que trabajar igualmente) para hacer cursos. Uno de ellos me iba a ayudar a enfrentar uno de los tantos miedos que me daba hacer ese viaje: mecánica de motos.
Aprendí lo básico, pero lo justo para saber qué hacer en caso de que se rompa algo en el camino, cómo solucionar por mi cuenta, qué herramientas tenía que llevar, qué elementos me podrían servir en caso de urgencia, a qué indicadores debía prestar más atención, etc..

El miedo muchas veces viene de la incertidumbre, entonces, cuantas más certezas tengamos, menor será la incertidumbre, menor fuerza tendrá el miedo.

El conocimiento abre puertas, caminos, y da certezas.
¿Qué hacía si se me rompía algo de la moto?
Bueno, ahora lo sabía. Ya era mecánica, había hecho pruebas en mi moto, entendía cómo funcionaba, qué necesitaba, cómo controlar lo necesario. Conocía a mi moto lo suficiente para poder arreglar cualquier desperfecto que no sea demasiado profundo.

¿Saben qué otra certeza conseguí?
Adquirí un seguro de moto con cobertura en todo el país.
Yo tenía mi seguro normal, el básico, pero por ese mes en el que viajaba, adquirí uno más.
Este seguro me daba cobertura en todo Argentina, me cubría el mecánico en caso de necesitarlo, la grúa y el hospedaje en caso de que el arreglo se demore más de 48hs.
Por suerte no tuve necesidad de usarlo, pero me ayudaba a tener otra certeza y por ende, a hacer más livianos los miedos.
¿Qué pasa si tengo un accidente a 1000km de mi ciudad?
Llamaba al seguro y ellos se encargarían.

De eso se trata, para mí, enfrentar los miedos. Hay veces que podemos tirarnos a la pileta de una, sin pensar tanto. Pero cuando la decisión es importante, cuando hay mucho en juego, cuando el miedo es demasiado grande, una buena manera de enfrentarlo es dividirlo.

Yo me podría haber quedado con el “me da miedo hacer un viaje tan largo en moto sola”, pero en lugar de eso, agarré ese miedo y lo dividí en miedos más pequeños.
¿Qué era lo que me asustaba de viajar sola realmente?
Bueno, me asustaba tener un accidente, que le pase algo a la moto en el medio de la nada, que me roben, que no llegue a tiempo a llenar el tanque antes de quedarme sin nafta, etc..
Entonces, una vez tuve todos esos miedos más pequeños separados, fui enfrentando uno a uno.
Aprendí de mecánica, contraté un seguro completo, envié mi localización en tiempo real a 3 personas que sabría que estarían chequeando que esté bien, empaqué las herramientas y repuestos que podría llegar a necesitar, programé el viaje por sectores donde sabría que tendría una o más gasolineras en pocos kms, y logré que todos esos miedos se disiparan y solo quedara el miedo por la incertidumbre. Y arranqué.
Ese viaje me permitió vivir uno de los mejores momentos de mi vida.

No está mal tener miedo, y es de valientes hacerle frente. Y es de sabios enfrentarlos con precaución y raciocinio.

Es válido tener miedo, pero no es válido postergar cosas infinitamente sin hacer nada para enfrentarlo.

"Lo mejor de haberme animado a vivir esto, es que ahora sé que no es imposible." - 13/05/2021